Suspiro

Poco se sabe del pasado de Karl Reifschneider, salvo que, durante la 2ª Guerra Mundial, en su juventud, luchó en el bando alemán, siendo destinado como guardia en el campo de concentración de Auschwitz. Allí, trasladó a numerosos judíos hacia las cámaras de gas.

Tras el final de la guerra, Karl parecía haber rechazado su pasado nazi, descubriendo también su condición de mutante, que le permitía descubrir los secretos más profundos de cualquier persona del globo. Viendo crecer el odio y la desconfianza hacia los mutantes, decidió impedir que campos de concentración como los de Auschwitz volviesen a surgir, esta vez contra los mutantes.

Tomando el nombre de Suspiro, consiguió hacerse con los secretos (entre otros) del presidente de los Estados Unidos Lyndon B. Johnson, el científico J. Robert Oppenheimer (director del proyecto Manhattan), el secretario general de la Unión Soviética Leonid Brézhnev, el Papa Pablo VI y el genetista mutante Charles Xavier.

A pesar de ello, no tenía el poder físico para actuar en consecuencia a los secretos que descubría, y con un par de compañeros mutantes, intentaba pasar desapercibido. No obstante, para poder actuar con toda su fuerza a favor de la causa mutante, entró en contacto con Magneto, antiguo superviviente de los campos de concentración, que compartía sus ideales mutantes.

Reuniéndose más allá del muro de Berlín, la entrevista pareció ir bien en un principio, sobre todo después de que Magneto descubriese el juramento de Suspiro de impedir que se produjera otro Auschwitz como el que ya había presenciado. No obstante, cuando Suspiro reveló su nombre humano, Magneto lo reconoció como uno de los guardias que habían llevado a su familia a las cámaras de gas.

A pesar de los intentos de Suspiro de defenderse, alegando su juventud e inconsciencia entonces, no ser ya ese hombre, e incluso recordando el bien mayor para los mutantes que se lograría más con su vida que con su muerte, Magneto, lleno de ira, lo asesinó en represalia por sus antiguos crímenes.