Chaka

Chaka era miembro de la raza inuit el cual vivía en un iglu en una inhóspita zona de Alaska, donde se dedicaba a cazar y a pescar para sobrevivir. Cierto día poco antes de estallar la guerra, recibió la visita de un extraño que afirmaba ser profesor de arte en California, y comenzó a hacer excavaciones usando explosivos cuando era necesario, a fin de buscar restos de arte esquimal en las profundidades. Chaka dio asilo a este extraño y este le hizo un regalo, un gigantesco totem que había "desenterrado" y que Chaka colocó en su iglu. Cierto día, cuando Chaka salió a cazar, se encontró a su vuelta con la desagradable estampa de su visitante muerto en el iglu tras lo cual el inuit lo enterró en el hielo.

Tras el estallido de la guerra, Chaka decidió permanecer neutral y seguir con su vida en Alaska, cierto día a su iglu llegó un grupo de comandos americanos portando entre ellos a un herido, se trataban de los Leathernecks liderados por Simon Savage y el herido era el sargento Sam Yates que había resultado herido en un combate contra unos japoneses que habían desembarcado en Alaska. Chaka curó a Yates tras lo cual ayudó a los Leathernecks a llevar a "Yakkety" hasta un lugar donde pudo aterrizar un avión al que habían llamado por radio y llevar al herido hasta un hospital.

De vuelta al iglu, descubrieron que alguien había destrozado el lugar, entre otras cosas habían destruído la radio y todos los enseres de Chaka pero curiosamente, no habían tocado el totem. Los comandos aliados prestaron atención a este objeto descubriendo que en realidad ocultaba un plano secreto, dedujeron entonces que el misterioso visitante, lejos de ser profesor de arte en California, era un agente japonés que había usado explosivos para construir escondites donde los bombarderos japoneses pudieran repostar combustible permitiéndoles alcanzar los Estados Unidos para bombardearlos.

Furioso por el ataque sufrido en su casa, Chaka accedió a acompañar a los comandos aliados y mientras él y Savage partían en una dirección, el resto de los Leathernecks lo hacían la otra. En su camino, el inuit y su aliado tropezaron con una grieta en el hielo por la que Chaka estuvo a punto de caer, solo la intervención de Savage lo impidió pero no pudo evitar que la pierna del inuit se rompiera. Tras entablillarla lo mejor que pudo y dejar a Chaka en lugar seguro, Savage marchó a reunirse con sus compañeros que estaban combatiendo a los japoneses en las cercanías de un volcán. Allí se encontró con que los japoneses, parapetados en la falda del volcán, superaban en mucho a los comandos que no tardarían en ser superados.

Pero Chaka no estaba dispuesto a quedarse al margen y se arrastró hasta el lugar de la batalla donde fue alcanzado por un tirador japonés que le dejó malherido, sin embargo, logró lanzar una granada al interior del volcán provocando una explosión que voló por los aires a los japoneses salvando así a su compañeros, aunque por desgracia él mismo murió.