Hombres de las Nieves

Poco se sabe del origen del pueblo conocido como los Hombres de las Nieves aunque es de suponer que son algún tipo de variante de la raza humana. Se sabe que vivieron durante largo tiempo en unas cuevas ocultas en el Himalaya como un pueblo salvaje, pese a que no se tiene constancia que hubiera interacción entre los Hombres de las Nieves y la humanidad, durante siglos las leyendas sobre gente que había visto criaturas en el Himalaya fueron constantes, estas criaturas recibieron nombres como el Yeti o el Abominable Hombre de las Nieves aunque es mas que probable que se tratara de algún miembro del pueblo de los Hombres de las Nieves.

Mas allá de estos avistamientos esporádicos, no hay sin embargo ningún encuentro conocido entre humanos y miembros del gélido pueblo hasta que cierto día hace siglos, a sus cuevas llegó un monje procedente de un monasterio, que buscaba refugio tras perderse en una violenta tormenta, al ver al extraño, los miembros del pueblo de los Hombres de las Nieves le atacaron y el monje, pese a defenderse valientemente, fue finalmente vencido por el número de sus enemigos que amenazaba con aplastarlo hasta que como último recurso, sacó un espejo de su bolsa con la esperanza que el primitivo pueblo que lo atacara no supiera lo que era.

Efectivamente, los Hombres de las Nieves no habían visto nunca un espejo y al verse reflejados en aquel pequeño objeto consideraron a aquel extraño como un dios, rindiéndole pleitesia. El monje, ahora con el apodo del Maestro, vio como no podía salir de aquellas cuevas puesto que la tempestad había destruido el único acceso para regresar a su monasterio por lo que decidió quedarse con aquellos seres, enseñándoles los secretos de la construcción, la ciencia y el lenguaje.

Durante seis décadas, el Maestro guió a su pueblo hasta que finalmente la edad le derrotó y tras pasar un tiempo enfermo, murió. Los Hombres de las Nieves lloraron la muerte de su mentor, pero no todos aceptaron la muerte del Maestro sino que algunos de sus estudiantes mas fieles recuperaron su cuerpo y lo llevaron a la máquina conocida como el orbe de la entropía con la esperanza de devolverle la vida, sin embargo, pese a que devolvieron la mente y la vida al cuerpo inerte del Maestro, no sanaron su cuerpo de modo que quedó encerrado en una carcasa física incapaz de moverse, en la sala del orbe y cuidado durante los siguientes cinco siglos por los descendientes de aquellos fieles estudiantes.

Con el paso del tiempo, las enseñanzas de paz y armonía que guiaron a los Hombres de las Nieves se fueron diluyendo, hasta que en nuestros días, el pueblo pasó a ser liderado por Ternak el cual decidió que había llegado el momento que su pueblo abandonara su escondite en las cuevas y reclamara el mundo exterior, para lo cual pretendía usar el cañón climático para provocar una nueva era glacial que extinguiera la vida en la Tierra pero que creara las condiciones necesarias para que los Hombres de las Nieves pudieran vivir fuera de sus refugios.

Desde su escondite, pero sin poder hacer nada para evitarlo, el Maestro vio el rumbo que los Hombres de las Nieves estaban siguiendo, es por ello que instruyó a sus pupilos para crear un arma con la que poder detener a Ternak, sin embargo era reacio a usarlo puesto que esperaba que los Hombres de las Nieves descubrieran el camino correcto sin tener que imponerlo. Pese a lo loable de este sentimiento, la vida en la Tierra corría peligro pero por fortuna, el destino quiso de la Antorcha Humana y Medusa sobrevolaran la cueva donde vivían los Hombres de las Nieves mientras iban de camino a Attilan (que por aquel entonces se encontraba situado en lo profundo de la cordillera asiática). Creyendo que les habían descubierto, Ternak ordenó abrir fuego contra la aeronave derribándola de los cielos, provocando que los dos héroes cayeran a tierra siendo capturados.

Pese a que los dos miembros de los 4 Fantásticos se defendieron valientemente, sus enemigos eran demasiados y finalmente los capturaron. Pese a que escaparon de su encierro, los Hombres de las Nieves eran demasiados y la temperatura era tan baja que amenazaba con congelarlos, pero por fortuna, entraron en contacto con una mujer perteneciente a los Hombres de las Nieves pero con aspecto humano y que era una de las seguidoras del anciano, la cual les condujo hasta la sala del Orbe de la Entropía donde encontraron al Maestro que les entregó un arma con la que afirmaba podría poner fin a las fechorías de Tarnak.

Ayudados por la Cosa, que había llegado al Himalaya en busca de sus amigos, los héroes lograron destruir el cañón climático al tiempo que Medusa usaba el rayo contra el resto de Hombres de las Nieves bañándoles con una radiación mística, provocando que sufrieran una metamorfosis que los transformó en humanos. Ahora que no tenían necesidad de vivir en ambientes fríos, las ansias de convertir el resto del planeta en un paraje gélido desaparecieron por lo que los Hombres de las Nieves cejaron en sus intentos de atacar a la humanidad. No se han vuelto a tener noticias de los Hombres de las Nieves desde entonces.