Edith Harker

A raíz de la muerte de su madre, Edith Harker se crió junto a su padre, Quincy, que dedicó toda su vida a dos misiones: acabar con el Señor de los vampiros, Drácula, y protegerla a ella. La joven, por su parte, atendía a su padre en todo lo que podía, ejerciendo más como asistente en su cruzada en la lucha contra los no-muertos que como una auténtica cazadora de vampiros, como Rachel Van Helsing.

Una noche, mientras volvía de hacer unas compras, fue atacada por Drácula, al que logró repeler gracias al crucifijo que llevaba colgado del cuello. No obstante, antes de huir, la golpeó dejándola inconsciente. Fue su padre quien la recogió y la llevó a casa sana y salva. Poco después, éste reuniría a su grupo, al que se acababa de unir Frank Drake, con la sospecha de que el Señor de los Vampiros había regresado a Londres movido por algún plan siniestro.

Este plan no se hizo esperar, ya que en esos momentos Drácula se encontraba hipnotizando a un grupo de niños para convertirlos en peones en la lucha contra Harker (debido a que tanto él como sus compañeros de armas serían incapaces de matar a niños). Poco después sobrevino un enfrentamiento contra ellos, que tuvo como resultado una huida de Drácula. Mientras los cazadores fueron en pos del vampiro, Edith se quedó atrás con la radio, en caso de que éstos necesitasen ayuda. Quincy y los demás fueron llevados a una mansión, lo que tenía toda la pinta de ser una trampa; Edith se quedó en la radio, manteniéndose en contacto todo el rato. Cuando la trampa de Drácula entró en escena y un grupo de niños pseudo-vampiros acorraló al grupo en el coche de Harker, Edith avisó a un aliado que el grupo tenía en la Cámara de los Lores británicos y consiguió un helicóptero que salvó a todo el grupo.

Poco después, Quincy recibió una llamada que le informaba de que Blade se encontraba en el país y se llevó a Edith con él: el cazavampiros había matado a un miembro de la legión de Drácula y eso hacía perder al grupo la pista sobre el Señor de los Vampiros.

Poco después, durante una batalla del grupo en Londres, el Señor de los Vampiros logró raptar a Edith, llevándola a un lugar llamado la Casa de los Gritos o el Infierno de los Susurros. Allí fue hecha prisionera y convertida en vampiro antes de que sus compañeros pudieran hacer algo por ella. Horrorizada al ver en lo que se había convertido, decidió poner fin a su vida tirándose desde la barandilla de la segunda planta de la casa. Fue su propio padre quien tuvo que rematarla clavándole una estaca que llevaba oculta en el bastón en su corazón.