Kami

Kami es el nombre que reciben los dioses del panteón japonés, que fueron adorados en la antigüedad por los pueblos que ocupan la actual Japón, Corea y el Este de China. A menudo confundidos con los dioses del panteón chino o el oceánico, los dioses japoneses no mantuvieron mucha relación con los demás panteones, excepto en contadas ocasiones, quizás la mayor relación sea con el panteón chino, del que son aguerridos enemigos.

Alguno de sus miembros, probablemente Izanagi, acudió a una reunión de los principales patriarcas de los panteones, en la cual acordaron no interferir en los planes de los Celestiales.

Este primer contacto entre los Dioses japoneses y los demás panteones, tuvo su continuación cuando Thor acudió a Ama, hogar de estos dioses, para pedir ayuda en forma de parte de su fuerza vital, para revivir a los dioses asgardianos.

Tras esto, las actuaciones de los dioses japoneses no han sido numerosas como grupo, no participaron en la guerra entre Asgardianos y las fuerzas de Seth, aunque la siguieron con preocupación desde Ama. Si acudieron sin embargo al concilio de dioses formado para analizar distintas amenazas como la de Thanos.

Como el resto de panteones, los dioses vieron como el número de sus adeptos decrecía, y en la actualidad estos se reducen a algunos pocos seguidores, sobre todo entre los pueblos indígenas. El liderazgo de los Kami, parecía estar dividido entre Izanagi, Takamimusubi y Amaterasu, aunque según el mito, Izanagi fue reemplazado por los otros dos siendo Amaterasu quien llevaba la voz cantante.

Recientemente, el dios del mal, Mikaboshi tomó el poder entre los Kami mediante un violento ataque junto a su ejército de guerreros de la muerte, muchos de los dioses japoneses murieron, otros quedaron gravemente heridos y moribundos, pero unos pocos se desperdigaron por los rincones de Ama.

Aprovechando la caída de los asgardianos tras el Ragnarok, Mikaboshi dirigió sus tropas contra el Olimpo, enzarzándose en una larga guerra contra Zeus y sus ejércitos que duró años. Mikaboshi pretendía usar la derrota de los Olímpicos para intimidar a otros panteones pero la resistencia de Zeus y sus huestes permitió a los otros dioses japoneses unir fuerzas a los Olímpicos en el combate decisivo, y derrotar al dios del mal.