Cholmondeley, Herbert

Herbert Cholmondeley era un político australiano que fue nombrado Gobernador del territorio conocido como las Outlands. En un momento dado, el político se presentó como candidato a convertirse en Primer Ministro de Australia, siendo derrotado en las elecciones por solamente un puñado de votos. Tras las votaciones, Herbert se trasladó a su estado natal en las Outlands, donde construyó una finca la cual fortificó convirtiéndola en su base de operaciones.

El resentimiento hacia el pueblo australiano que le había dado la espalda, y el ansia de poder le llevó a convertirse en aliado de los japoneses, enemigos de Australia durante el curso de la Segunda Guerra Mundial. Cholmondeley comenzó a trabajar con el Almirante Koshita urdiendo un plan para introducir dinero falso a gran escala en el país, para hundir la economía australiana provocando el caos facilitando de esta manera la conquista del continente por parte de las fuerzas japonesas, como parte de este plan, Herbert viajó a Tokyo donde recibió un curso intensivo para falsificar moneda.

El plan fue descubierto por los aliados que enviaron al Capitán Savage y sus 7363@Leathernecks>, acompañados de Rolfe Harrison, un soldado australiano con experiencia como grabador, para abortar el plan de Cholmondeley. Este, que necesitaba un grabador experto para terminar las planchas, picó el anzuelo lanzado por las autoridades australianas que presentaron a Harrison como el candidato ideal y el soldado logró infiltrarse en la base de Herbert demostrando sus habilidades ocupando un importante puesto en la organización.

Paralelamente, el Capitán Savage sustituyo al contacto de Cholmondeley con las autoridades japonesas y se infiltró en la base, supuestamente para llevar a Herbert hasta Japón hasta que Australia fuera conquistada, momento en que volvería a su país convertido en Primer Ministro. Desgraciadamente Herbert descubrió el engaño pero no le sirvió de nada ya que Savage lo noqueó y sacó de su finca, al tiempo que Rolfe robaba las placas y destruía el resto de las máquinas abortando el plan de falsificación.

Llevado ante las autoridades, Herbert Cholmondeley fue acusado de traición y conspiración, presentando las placas robadas por Harrison como pruebas, se le dio entonces dos opciones, enfrentarse a un juicio y la mas que probable ejecución, o firmar una confesión que los aliados se guardarían como garantía y aceptar el exilio fuera de Australia. Enfrentado a la posibilidad de morir ahorcado, Herbert firmó la confesión y aceptó ser exiliado del país partiendo a un destino desconocido.