Heinrich Mortte

Se desconocen tanto el momento y las circunstancias por las cuales Heinrich Mortte y su mujer fueron convertidos en vampiros. Sin embargo, durante años, lograron controlar la sed de sangre gracias a las donaciones que amigos de la pareja hacían al médico. Éste comenzó a trabajar exclusivamente de noche, sobreviviendo así durante mucho tiempo. Entretanto, se dedicó al diseño y la construcción de un aparato concebido para dar vida y reanimar a los muertos, con la intención de mantener a sus víctimas con vida. De algún modo, su esposa murió durante el proceso, sacrificándose para que Heinrich siguiera vivo y pudiera investigar más en el experimento. Los detalles sobre esto no están clarificados.

En cierta ocasión, Drácula resultó herido con un dardo envenenado lanzado por Quincy Harker, por lo que el Señor de los Vampiros tuvo que recurrir a la medicina de Heinrich para salvar su vida una vez más. Heinrich se mostró reacio, pero Drácula le amenazó con revelar a su hija la naturaleza vampírica de su padre, por lo que éste se vio forzado a aceptar. Para curarle, el médico necesitó toda la sangre de la que disponía y se vio obligado a hacerle una transfusión total.

Una vez Drácula fue curado, exigió a Heinrich que le entregase el objeto de su investigación, llamado simplemente el Proyector. La intención de Drácula era crear su propio ejército y así facilitarse el camino a su sueño dorado: una tierra gobernada por vampiros. La primera prueba sería esa misma noche, en el cementerio donde se encontraba oculto el laboratorio de Mortte; allí levantaría a los muertos, convertidos en vampiros y comenzaría la guerra contra la Humanidad. Una vez fueron alzados los primeros muertos, el Señor de los Vampiros reclamó su primera víctima: Adrian, la hija de Mortte. Sin embargo, antes de que atacaran, Heinrich arrebató el Proyector a Drácula y echó a volar, transformado en murciélago. En el aire, ambos vampiros se enfrentaron, teniendo la batalla como resultado la destrucción del proyector. Así, los cadáveres se desintegraron. Entretanto, Drácula asestaba un golpe final a Heinrich, que acabó cayendo sobre una verja, muriendo empalado ante los ojos de su propia hija.